jueves, 12 de marzo de 2015

Taller de participación familiar. Bruno.

Hoy ha sido el día en el que la familia de Bruno ha participado en el Taller dedicado a la implicación familiar.
La modalidad elegida ha sido la de gastronomía y más concretamente la realización de una brocheta de frutas.
La sesión comenzó con la narración de un cuento, para la que se ayudaron de la PDI. En el mismo se anima a los/as niños/as a consumir frutas y verduras para disfrutar de una vida sana y saludable.
El trabajo en este sentido ha sido fantástico, ya que la narración iba acompañada de la proyección secuenciada de la historia en cuestión.
Además con movimiento y animación.











Hace muchos, muchos años, todas las personas estaban fuertes y sanas. Hacían comidas muy variadas, y les encantaban la fruta, las verduras y el pescado; diariamente hacían ejercicio y disfrutaban de lo lindo saltando y jugando. La tierra era el lugar más sano que se podía imaginar, y se notaba en la vida de la gente y de los niños, que estaban llenas de alegría y buen humor. Todo aquello enfadaba terriblemente a las brujas negras, quienes sólo pensaban en hacer el mal y fastidiar a todo el mundo.
 La peor de todas las brujas, la malvada Caramala, tuvo las más terrible de las ideas: entre todas unirían sus poderes para inventar una poción que quitase las ganas de vivir tan alegremente. Todas las brujas se juntaron en el bosque de los pantanos y colaboraron para hacer aquel maligno hechizo. Y era tan poderoso y necesitaban tanta energía para hacerlo, que cuando una de las brujas se equivocó en una sola palabra, hubo una explosión tan grande que hizo desaparecer el bosque entero.
La explosión convirtió a todas aquellas malignas brujas en seres tan pequeñitos y minúsculos como un microbio, dejándolas atrapadas en el líquido verde de un pequeño frasco de cristal que quedó perdido entre los pantanos. Allí estuvieron encerradas durante cientos de años, hasta que un niño encontró el frasco con la poción, y creyendo que se trataba de un refresco, se la bebió entera. Las microscópicas y malvadas brujas aprovecharon la ocasión y aunque eran tan pequeñas que no podían hacer ningún daño, pronto aprendieron a cambiar los gustos del niño para perjudicarle. En pocos días, sus pellizquitos en la lengua y la boca consiguieron que el niño ya no quisiera comer las ricas verduras, la fruta o el pescado; y que sólo sintiera ganas de comer helados, pizzas, hamburguesas y golosinas. Y los mordisquitos en todo el cuerpo consiguieron que dejara de parecerle divertidísimo correr y jugar con los amigos por el campo y sólo sintiera que todas aquellas cosas le cansaban, así que prefería quedarse en casa sentado o tumbado.
 Así su vida se fue haciendo más aburrida, comenzó a sentirse enfermo, y poco después ya no tenía ilusión por nada; ¡la maligna poción había funcionado!. Y lo pero de todo, las brujas aprendieron a saltar de una persona a otra, como los virus, y consiguieron que el malvado efecto de la poción se convirtiera en la más contagiosa de las enfermedades, la de la mala vida.

Tuvo que pasar algún tiempo para que el doctor SanisSaludakis, ayudado de su microscopio, descubriera las brujitas que causaban la enfermedad. No hubo vacuna ni jarabe que pudiera acabar con ellas, pero el buen doctor descubrió que las brujitas no soportaban la alegría y el buen humor, y que precisamente la mejor cura era esforzarse en tener una vida muy sana, alegre y feliz. En una persona sana, las brujas aprovechaban cualquier estornudo para huir a toda velocidad.
 Desde entonces, sus mejores recetas no eran pastillas ni inyecciones, sino un poquitín de esfuerzo para comer verduras, frutas y pescados, y para hacer un poco de ejercicio. Y cuantos pasaban por su consulta y le hacían caso, terminaban curándose totalmente de la enfermedad de la mala vida.




Una vez finalizó la actividad de motivación, se prepararon con los delantales oportunos y previo lavado de manos, nos encontrábamos dispuesto para cocinar.


Bruno se encargó de repartir el soporte de la brocheta.


La fruta estaba clasificada en recipientes e iban ensartándolas en el orden que iban indicando Alberto y Carmen.













Tuvieron presente hasta la forma de evitar el peligro punzante del soporte de la brocheta..





Seguidamente la fueron metiendo en unos cucuruchos para poder llevarla a casa.


 La presentación no tiene que envidiar nada a un restaurante de varios tenedores...





Al final hubo que organizar un poco el ímpetu desbordado de vuestros/as hijos/as por agradecer a Carmen y Alberto tanto como les han enseñado.
No solo ha sido la técnica gastronómica de la realización de una brocheta. Lo realmente importante ha sido el trabajo de concienciación del consumo de fruta por parte de los/as niños/as, que en muchas ocasiones desde el entorno familiar se abandona, sin ser conscientes realmente de su importancia.
Además se han familiarizado con frutas que quizás no consumen habitualmente, con su sabor, textura, olor...
Han trabajado la motricidad fina necesaria para ensartar convenientemente cada porción de fruta.
La labor realizada por la familia de Bruno ha sido extraordinaria, por todo lo que han logrado que los/as niños/as aprendan, por la forma en la que la han orientado, por los medios utilizados, por la adecuación del cuento seleccionado, por su disposición, por su ilusión y por su extremada proximidad.
Por todo ello...

¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!!




1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por la brocheta de frutas. Aunque Raquel llego muy ilusionada del cole,debido a un tema de normas mañaneras ( si no te tomas la leche del desayuno te la tomas de postre en la comida) no ha podido comérsela antes, pero después de la cena, ella y su hermana pequeña han dado buena cuenta de ella. ¡Estaba deliciosa!