viernes, 15 de marzo de 2019

Taller de participación familiar. Paola.

Si bien es cierto que todos los días siento que soy una persona muy afortunada por ser maestro, hoy es de esos días que soy más consciente de la suerte que tengo. Experiencias como la de hoy me hace recapacitar sobre cómo se puede disfrutar trabajando y la grandeza de esta profesión. Esta profesión es un manantial de sensaciones, un aprendizaje diario de la enseñanza y un tesoro con monedas en forma de seres humanos.
El taller de la familia de Paola ha sido simplemente sublime!!! A la hora indicada llegaron Fernando, papá de Paola y Alfonso, su tío. Y vinieron para enseñarnos a canalizar, poner nombre, exteriorizar y asociar nuestras emociones.
Nada más llegar y realizadas las presentaciones oportunas, explicaron en qué consistiría la sesión que a continuación se iba a desarrollar.





Seguidamente nos colocamos en un gran círculo y, con música de fondo, debían repetir los mismos movimientos que marcaba Alfonso,  asociados a estados de ánimo.






















En varios momentos de la sesión, Alfonso, preguntaba a vuestros/as hijos/as, ¿Cómo se siente tu cuerpo?




A continuación, por parejas, jugamos al juego del espejo, en el que uno de los componentes realizaba movimientos asociados a emociones y el compañero/a debía imitar. Pasado un tiempo se invertían los papeles. 















Luego jugamos al 1,2,3 pollito inglés con la variación que cuando se volvía Alfonso marcaba un estado de ánimo que debían exteriorizar.






Seguidamente jugamos al juego del jardinero/a y el árbol. Consistía en que, organizados por parejas, uno/a hacía de jardinero/a y otro/a de árbol. El/la jardinero/a debía cuidar de su árbol y proporcionarle sensaciones positivas. Pasado un tiempo se invertían los papeles.


















Como actividad de reflexión, desplegamos papel continuo en el suelo y fueron dibujando o escribiendo cómo se sentían después de la sesión.





Resultaron composiciones muy interesantes...







Terminamos con una relajación con un cuenco tibetano simplemente magnífica.






Fernando y Alfonso, antes de irse, recibieron una gran cantidad de muestras de afecto y agradecimiento por lo mucho que nos enseñaron, por descubrirnos un mundo que, en estas edades, aun está por descubrir y que nos harán más libre y mejores miembros de la sociedad en la que vivimos. Las emociones, algunas veces, nos atrapan y coartan, nos limitan y nos encierran en una parcela que difícilmente podemos salir aunque nuestra intención sea otra. Este trabajo debe hacerse desde edades tempranas para que seamos más felices y disfrutemos de nuestra cotidianidad.
Ésta como otras parcelas de la educación se construye cuando somos pequeños/as. Por todo ello, quiero expresar mi agradecimiento más sincero y profundo a la familia de Paola, por brindarnos esta oportunidad y por hacer que la enseñanza se base siempre en un proceso de aprendizaje.

MUCHAS GRACIAS!!!!





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